lunes, 29 de septiembre de 2008

¡Esto viene de Madrid!

¡Esto viene de Madrid!
La tradición cunera de la derecha democrática está recogida en “La derecha española contemporánea” (1986. Espasa), estudio coordinado por Javier Tusell. Esa dependencia de la periferia con la capital no sólo se mantuvo desde el inicio de nuestra etapa constitucional, sino que el centralismo justificaba en plena dictadura no pocos hábitos locales: “Esto viene de Badajoz” o “Esto viene de Madrid” -respondían alcaldes franquistas para cerrar las críticas a una imposición municipal.
Hacer política para los notables pasaba necesariamente por irse a Madrid. Desde allí, desplegarían el abanico de influencias para beneficiar a propietarios de la provincia que los aupaban o –tras alguna cacería o la invitación a una matanza- arrancar una inversión estatal para ese territorio. No era ilógico que los llamados “azules” de la UCD o “Grupo de los 39”, junto a la entonces embrionaria AP de Fraga, se opusieran al Título VIII de la Constitución, a la consolidación de las Autonomías, y provocaran la proliferación de partidos regionalistas conservadores en Extremadura, Valencia, Andalucía o Aragón. El nuevo modelo de Estado no cabía en las costumbres de la derecha españolista.
La obsesión por Madrid ha sido una constante también en Extremadura: Luis Ramallo, quien jamás le disputó a Ibarra unos comicios, desarrolló su carrera parlamentaria en Madrid y allí sigue cotizando como profesional mercantil; Barrero creyó que desde la Presidencia del Senado podría asaltar la Junta y pasó, en pocos meses, de ofrecerse como alternativa en Extremadura a Defensor del Paciente de la autonomía madrileña; Floriano continuó la senda y, semanas después de perder ante Vara las últimas elecciones autonómicas, se fue como diputado al Congreso... ¡De Madrid al cielo!
Junto a esas trayectorias, recientes acontecimientos subrayan que Madrid sigue siendo el epicentro en las decisiones del PP: la fortaleza de un candidato, o candidata, regional pasa por quién lo elige en la calle Génova y esos apoyos necesitan sembrarse con un escaño en Madrid desde meses antes -¡Allá ellos con sus cuestiones internas!- Pero, despreciar a la judicatura extremeña y tragar con el candidato al Tribunal Constitucional impuesto desde allí les merma credibilidad en la defensa de los intereses regionales frente a criterios de partido y resta entidad a la propia Comunidad Autónoma.

La derecha extremeña se ha pasado 30 años criticando las coacciones de CiU o el PNV en el parlamento o en los órganos judiciales. Ahora han desdeñado una gran oportunidad para descentralizar sus representantes y facilitar que la España periférica esté más presente en el organigrama del Estado. Este fraude a Extremadura que ha protagonizado el PP con la elección del desconocido Enrique López como magistrado candidato al Tribunal Constitucional no lo suple ni una foto con Pedro Cañada, ni eligiendo “El Redoble” como próxima sintonía de campaña.

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